El Palais de Tokyo ha sido un testigo fuerte y tolerante al presenciar la excentricidad del principe de las tinieblas. Rick Owens en su post – apocalíptica, gótica y oscuro simbolismo, marcó un contraste entre una sombría belleza y una fascinante perversidad.
Una tormenta de pétalos y una neblina rosa y amarilla, poseyó completamente los cuerpos de las modelos; transformándolas en sci – fiction humanoides cubiertas de sheer masks – señalando una división entre lo terrenal e infernal. Un encuentro entre varios mundos se reunió entre las paredes grises del recinto.
Diana Ross siendo el fondo musical que instauro un aterrador e ilógicamente, una romántica aura con «I still believe in love». El diseñador decidió ampliar su paleta de colores hacia los rojos, rosas y naranjas. Motorcycle cropped jackets with pagoda shoulders (they look like football shoulder pads) with long leather skirts above the belly, lucen radiantes como aquellos one – shoulder crumbled denim and silk evening dresses, tienen una extraña denotación de elegancia: – … a parisian confection! – declaró.
Ortopedic high heels con maniáticos wrrapped or donuts voluminous dresses se relacionan con los gustos culinarios de Rick Owens. Los parachute light silk dresses provenientes del cielo, iluminaron la oscuridad del recinto (hipotéticamente). Owens señalo que el desfile contiene una alegría, que difícilmente se pudo notar con su brutalismo.
Lo detestable y sobrio, puede ser algo hermoso de presenciar y vestir. La consistencia del norteamericano, provoca una fascinación constante.
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