
Donald Trump, en su regreso como presidente de Estados Unidos, reiteró su intención de implementar medidas migratorias más estrictas, incluyendo el mayor programa de deportaciones en la historia del país. En su discurso inaugural, declaró una emergencia nacional en la frontera sur, prometiendo detener toda entrada ilegal y reinstaurar políticas como «Permanecer en México». Su plan inicial prioriza la deportación de inmigrantes indocumentados con antecedentes penales, aunque la mayoría de este grupo no ha cometido delitos graves, según estudios. Trump también busca desmantelar programas que permiten entradas legales, como CBP One, endureciendo aún más las restricciones migratorias.
Durante su primer mandato, Trump deportó a más de 1.5 millones de personas y se espera que este nuevo periodo incremente significativamente esa cifra. Las deportaciones podrían incluir familias de estatus mixto y, aunque los detalles no son claros, los “soñadores” protegidos por DACA también podrían estar en riesgo. Este enfoque contrasta con el apoyo bipartidista previo hacia este grupo y genera preocupaciones sobre el impacto humano de estas políticas. Con Tom Homan como encargado de las operaciones fronterizas, el segundo mandato de Trump promete reforzar las deportaciones con estrategias más selectivas y agresivas.
En 2022, se estimó que 11 millones de inmigrantes indocumentados residían en EE.UU., siendo México el principal país de origen con 4 millones, seguido por El Salvador (750,000), India (725,000), Guatemala (675,000) y Honduras (525,000), según el Pew Research Center.
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